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Enseñar y fomentar la autoestima en tus hijos es una de las armas más poderosas que le darás para un sano desarrollo. Niños con autoestima se sientes queridos y llegan a ser adultos felices y productivos miembros de la comunidad a la que pertenecen.

Para ayudarlo en su autoestima, hay cosas que puedes y que no debes hacer. De ellas, te hablamos en este artículo.

Individualidad: Si tienes más de un hijo, trata de hacerte un espacio para compartir un momento a solas con cada uno de ellos. Indispensable, una vez por semana. Caminar hacia el mercado, dar una vuelta por un parque o un pequeño refrigerio fuera de la casa, son momentos oportunos para hablar de sus actividades individuales y saber como transcurren sus días y si algo o alguien lo molesta o perturba. El momento a solas lo hará sentirse especial y -por sobre todas las cosas- individual.

Comparaciones: Jamás, bajo ningún concepto, hacer comparaciones entre hermanos. Mucho menos, frente a ellos. En cambio, puedes resaltar sus capacidades individuales y fomentar la ayuda mutua.

No hagas cosas por ellos: Esto incluye sus tareas y obligaciones. Tu hijo puede ir más lento que el resto, pero no significa que no le permitas resolver las cosas por si mismo. Anímale y déjale superar la prueba solo.

Responsabilidades: siempre de acuerdo a su edad. Un niño de 4 años difícilmente pueda pasear a un perro, pero si puede servirle la comida en su tazón. Con el paso del tiempo, ir aumentando sus responsabilidades le hará ver que sus padres confían más en él y eso lo harpa esforzarse para dar lo mejor de si.

Permítele elegir: Darle opciones para que decida por si mismo, es un alimento para su autoestima. Esa pequeña sensación de poder de elección en cosas pequeñas, le ayudará con las grandes decisiones que tomará más adelante en su vida. Permítele escoger su desayuno (¿huevos con jamón o salchicha?) o su vestuario (¿prefieres colocarte el suéter ahora o en un rato más?).

Elogios no sinceros: Nunca exageres en las alabanzas, solo harás que se percate de tu falta de sinceridad o sarcasmo. Esto no quiere decir que ya no le felicites. No, pero cada vez que lo hagas, sé específica y dile «realmente, te felicito porque el ejercicio era difícil y pudiste resolverlo solo». Una sucesión de «wow, que dibujo espectacular» hará perder el sentido de la felicitación y tu hijo dejará de escucharte.

Mide tu enojo: Los niños no entienden -y jamás deberían hacerlo- el sarcasmo. Si cometió una falta que te hace enojar (somos humanos, finalmente) explícale la razón de tu enojo, que no esperabas que fuera a pasar eso y que juntos buscarán la manera de resolver el inconveniente.

Finalmente, lo mejor que le puedes inculcar a tu hijo es que nadie es perfecto. Que uno puede esforzarse por ser el mejor, y aún así, no tener los resultados esperados. Y que así es la vida, pero que lo importante y lo que cuenta es hacer -siempre- el mejor esfuerzo.

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