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Hace unos días asistimos a unas mini-olimpiadas que se realizaron en la escuela de mi hijo, con anticipación nos indicaron que lleváramos ropa cómoda porque participaríamos en algunas actividades con nuestros hijos, después de los honores a la bandera comenzaron algunos juegos entre padres e hijos y después se nos informo que abría carreras entre padres e hijos, que podíamos ir de la mano o separados pero se contaba hasta que tanto padre como hijo cruzaran la meta.

Debo confesar que soy muy competitiva y aunque iba cómoda no sentí que llevará la ropa adecuada para una carrera, le pedí a mi esposo que corriera con mi hijo. En la carrera la mayoría de los papás llevaban a sus hijos de las manos y ahí comenzó la verdadera competencia… sobra decir que vivimos en un mundo competitivo y que como adultos queremos ganar, conozco a varios de los papás que corrieron de la mano de sus hijos, sé de su adoración por ellos, sin embargo al momento de correr vi a muchos niños caer prácticamente arrastrados por sus padres, y es que el hecho de querer ganar y de llevarse una medalla los hacía tirar a sus hijos, tal vez no podían correr a la par de sus hijos y los tiraban sin querer, lo cierto es que varios niños barrieron la pista.

Mi esposo dejo que mi hijo corriera a su ritmo y en ningún momento lo presiono, él se encontraba un poco indignado de ver a tantos niños caer, pero yo prefería no opinar, no sé que hubiera pasado si yo hubiera corrido, tal vez también hubiera tirado a mi hijo. No niego (como dije) que soy competitiva y que vivimos en un mundo donde parece valer más el que llega primero y el que llega más lejos. Así hemos crecido, pero quisiera cambiar eso en mi hijo. Me gusto que en la escuela a todos los niños les entregaran medalla independientemente del lugar en que llegaran (su medalla de Ralph el demoledor, dice mi hijo), pero me hubiera gustado que recibieran medalla algunos papás que dejaron a sus hijos correr solos, que les soltaron la mano y corrieron a su lado, cuidándolos, guiándolos, estando al pendiente y aun así dejándolos ser, creo que esas competencias fueron como a veces es la vida misma, que queremos que los hijos vayan a nuestro ritmo, que entiendan como adultos, que corran sin que los dejemos ir a su ritmo, en lugar de dejarlos aprender a su tiempo, observar el paisaje, detenerse, etc. Tal vez son sólo divagaciones mías, pero quería compartirlas con ustedes. Gracias por leer.

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