vacaciones de locura

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vacaciones de locura

A los personajes y lugares de la siguiente historia se les han cambiado los nombres.

Por su seguridad emocional no intente realizar la siguiente experiencia vacacional.

El mes de Enero en Buenos Aires es igual al mismísimo infierno del Dante, así que si a ustedes les hubiera llegado un mensaje como este hubiesen contestado que si (aunque fuera de “alguien muy hermano de tu marido”, como era mi caso):

-”Hola!! Te querés venir a “Lugar muy chic de la costa Argentina” unos días con Germán?? Solo tenés que pagar los pasajes. El resto invito yo. Desde el domingo.”

Inmediatamente se lo comenté a Maty y me dijo que le diera para adelante, que Germán lo iba a disfrutar mucho y que era la oportunidad de conocer a “Lugar muy chic de la costa Argentina”.

Saqué cuentas, le hice un par de preguntas al “muy hermano de mi marido” y compré los pasajes para el domingo por la mañana.

Les juro que desde el mismo instante en que subí al micro me sentí como una adolescente cuando lleva alejada una hora de su novio, aunque hayan pasado toda la tarde juntos. Pero vieron que es así, cuando uno recién empieza un noviazgo de juventud pareciera que en vez de irse cada uno para su casa se fuera uno con los cascos blancos y el otro con los médicos sin fronteras, sin posibilidades de verse en meses, un desgarro total.

La primer noche, llegada la hora de dormir, Germán me pregunta: ¿A qué hora vamos a casa? Tengo sueño. Chan!!!. Y yo? Los tres o cuatro primeros días hablaba por chat con Maty y se me caían las lágrimas. Semana y media más tarde a mi nadie me sacaba de la playa y mi hijo ya había hecho planes para quedarse a vivir en el “Lugar muy chic de la costa Argentina”. Pero aquí recién empezaba la aventura. Nuestra primera experiencia sin papá Maty, sin estar los tres juntitos y a una distancia mayor a lo habitual, 20 cuadras.

Para darles un panorama más amplio de como podían salir las cosas les cuento que de un lado del ring esta“el muy hermano de mi marido” que tiene la habilidad de hacer comentarios que me sacan de las casillas y en la otra esquina yo, que soy pura pólvora y no cuesta mucho encenderme la mecha. Esto podría ser bien el comienzo de un matadero familiar o, si lo quieren más pintoresco, imaginennos con trajes y máscaras al mejor estilo lucha libre. Eso si, yo iba a ser la primera en lanzarme a la yugular. Hay que estar siempre lista.

Tenía una vaga idea de lo que podría ser la convivencia pero siempre están los imponderables, esas hermosas circunstancias imprevisibles que hacían que yo montara en cólera y tomara mis cosas para terminar sufriendo en la playa panza abajo al sol. Ah ¿qué se pensaron, que iba a ponerme a gritar como loca? Naaaaa!!!!!
Como padres, ambos, debíamos sortear eso tan difícil de poner límites a las criaturas ante el desbande de estos. Si yo les pedía que hicieran tal o cual cosa tenían que hacerlo y nadie cuestionaba nada, igualmente era cuando él pedía algo a los niños. Obvio que no estamos hablando de pedidos descabellados, hablamos de cumplir cosas tan sencillas como no tirarse sobre las camas aún estando con los trajes de baño húmedos o con arena, cumplir con la hora de la ducha, lavado de manos, dientes o no tirar cosas por todo el departamento.

Creo que una de las cosas que hizo de esta convivencia algo casi pacífico fue la comunicación y el diálogo y por supuesto, la tolerancia.

Después de esta experiencia, puedo sacar como conclusión que:

-Pude convivir con otro hombre con los mismos genes que mi marido y mi suegro, sin matarlo. Aunque ganas no me faltaron en algunas oportunidades
-Que pude preparar desayunos, almuerzos, meriendas, higienizar niños, llevar a la playa y de paseo a tres párvulos y sin arrancarme los pelos, por lo menos no tanto como para tener que juntar cabellos de mi cepillo y mandar a armar una peluca.
-Que mi hijo es el niño PPPP (padre, playa, playstation y paseos) pero puede sobrevivir sin la P de padre si tiene las otras tres P sin sufrir una crisis de abstinencia paterna.
-Que un café de Havanna cerca era como un oasis en el desierto. Mi lugar para des-estresarme por las noches.
-Que necesito vacaciones de estas vacaciones
-Que seguro, segurísimo si el año que viene me llega el mismo mensaje voy a decir que si otra vez porque soy Santa Nancy y estoy sobre esta tierra para ayudar a mi prójimo. Shhhh!!!! dejen de reír, puedo escuchar sus risitas
Y que se me acaba de antojar un café de Havanna…. acompañado con un brownie con nuez.

A falta de brownies me voy solo por un café, ¡Au revoir, my friends!

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