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A estas alturas de tu vida, entre otras cosas, ya habrás descubierto que lo que te pareció el verdadero amor, te defraudó y que las grandes amistades, no siempre lo son.

Pero a partir del nacimiento de tu bebé, descubrirás que la relación padres-hijos es una relación ganar-ganar y que si bien tendrán alguna que otra turbulencia, permanecerá incorrupta para siempre.

Pero esa relación se debe de forjar desde el inicio. El apego entre los padres y su bebé empieza con el cuidado sensible y pertinente de las necesidades del bebé. Tocando a tu bebe con caricias, masajes, cargándolo y colechando con él estarás creando un fuerte vínculo y tu bebé comprenderá que tiene a donde ir por afecto y refugio en momentos de angustia.

El masaje en bebés se realiza de una manera muy sencilla y es muy eficaz para desarrollar y mejorar la vinculación y -principalmente- ayudará al bebé a relajarse, a reducir el estrés y a obtener un sueño profundo.

Tanto como te sea posible, permanece junto a tu bebé, a poca distancia y establece una «conversación» con él. Un rostro familiar, que le transmita amor es lo que lo calmará con más facilidad. Todo influirá en él: tu suave tono de voz, tu mirada, tu sonrisa, tus caricias y besos. Y lo ayudará a desarrollar su consciencia sensorial. Comparte con el tu actividad diaria y explícale lo que estás haciendo. Al principio, puedes sentir extraño al hablar sin recibir una respuesta, pero recuerda que el cerebro del bebé es como una pequeña esponja: absorbe todo lo que pasa a su alrededor. Y estás influyendo positivamente en su futuro vocabulario. Y no solo el «diálogo», el canto también lo estimula. Aunque no seas la nueva reina del pop, tu melodiosa voz lo estimulará ampliamente. Pero si realmente crees que el canto no es lo tuyo, un CD con música para bebés puede acompañarlos en los quehaceres diarios.

Y no menos importante es el contacto piel a piel: suave y reconfortante para ambos. En la medida de lo posible, recuesta a tu bebé sobre tu pecho desnudo, y del lado de tu corazón: respira lentamente para que el bebé pueda acoplarse a tu ritmo. Tu olor, tu calor y los latidos de tu corazón son lo más reconfortante para tu bebé.

El ejercicio es otro buen camino para vincularte con tu bebé: pídele a tu pediatra que te enseñe unos movimientos básicos y repítelos en casa con tu bebé, con una suave melodía de fondo Esto no solo lo beneficiará físicamente, si no también, mentalmente. Solo recuerda hacerlos cuando tu bebé esté predispuesto, luego de estar alimentado y descansado, para no fastidiarlo.

Estarás muy tentada a comprarle cuanto juguete de estimulación te topes, pero tu bebé no los necesita y puedes estar muy segura que eso no lo hará mas o menos afortunado. TU eres su principal juguete y fuente de diversión.

Empieza a hacerte de una pequeña colección de libros infantiles, y comienza a crear una rutina de lectura. Y recuerda que las criaturas aprenden por imitación: todo lo bueno que hagas, el te copiará, porque eres su modelo a seguir.

Se debe forjar también el vínculo bebé-papá porque es tan importante como la relación madre-hijo. Un papá también debe ser parte del momento de cambiar los pañales y el de la alimentación, ya sea preparando o dando el biberón o alcanzándole un vaso de agua a la mamá cuando ésta le da el pecho al bebé.

Recuerda que fomentar el vínculo entre padres e hijos, es la mejor inversión para el futuro afectivo de todos.


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